Manuel Zarama - Diálogos de Cine

Viviana Gómez Echeverry y Anton Wenzel son los directores del largometraje Entre fuego y agua, que será transmitido a través de Señal Colombia. En el documental, se plantean preguntas básicas y profundas acerca de cualquier ser humano: ¿A dónde pertenezco? ¿Qué me define? ¿Cuál es mi identidad? ¿Qué tanto debo parecerme a los que me rodean para sentirme parte de ellos? ¿De dónde vengo? Y finalmente ¿Quién soy?

Esta avalancha de cuestionamientos se hace Camilo, el protagonista, desde su hogar en la sagrada laguna de La Cocha. Serían las preguntas normales que se haría cualquier joven acerca de su existencia. Pero para él, son más que normales porque desea indagar sobre el pasado que lo llevó allí.

El problema es que Camilo es afro (¿Decirle negro sería ofensivo?) lo cual no tiene nada de extraño, a no ser porque sus padres son aborígenes quillasingas (mal llamados indígenas) al igual que sus hermanos, amigos y toda la comunidad que lo rodea, perteneciente al resguardo Quillasinga Refugio del Sol.

En ese orden de ideas, Camilo no se ajusta a los cánones de su entorno: un joven afro, alto, atlético, que vive en La Cocha y que pertenece al resguardo; que tiene sus padres legítimos y especialmente, la identidad de la comunidad en la que vive en cuanto a costumbres, gastronomía, danzas, trabajo, pero que no se siente de ahí, que no es totalmente indígena ni tampoco totalmente negro.

Estos cuestionamientos le llevan a buscar respuestas acerca de su ser. Así, los directores Gómez (Keyla, 2017) y Wenzel profundizan a través de recursos como largos silencios de Camilo, en estas situaciones que lo llevarán al caos y a encontrar finalmente la verdad sobre su origen y ahí sí, llegar la esquiva paz en su alma acerca de su ser y finalmente saber quién es Camilo y a dónde pertenece.

De manera sencilla y directa el film nos adentra en la cotidianidad del personaje siguiéndolo a donde va: cosechando papas en la huerta familiar, charlando con sus amigos de su paso por el Ejército en el año de servicio militar, en celebraciones familiares o en esas complicadas borracheras que lo llevan a la desesperación. Es un relato íntimo que conmueve fibras del ser hasta humedecer los ojos.

Sus padres, especialmente la historia se concentra en el taita Norberto, son seres sencillos, de pocas palabras, algo muy común de los Andes del sur colombiano, honestos y muy cariñosos. Aman a Camilo con todo el corazón al igual que a sus otros dos hermanos menores y sufren como propios los avatares del joven.

La obra es entrañable y humana, aunque a veces no se entienden determinadas transiciones, por ejemplo, cuando el protagonista sale de una fiesta familiar a otra juvenil sin mayores explicaciones de carácter visual lo cual puede llevar a la confusión al espectador. También a veces es lenta en su ritmo. Y la fotografía es demasiado básica en ciertas composiciones, como en escenas de la cocina, a lo cual se agrega que desaprovecha a la “fotogénica” laguna como otra protagonista más de la narración.

Sin embargo, cabe destacar su compromiso humano, la paciencia para seguir a Camilo y retratar su dilema, así como lograr ensamblar en la historia de manera fluida a una institución oficial como lo es el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en la obra, sin mayores complicaciones y con mucho acierto. Este último actor (ICBF) es fundamental porque permite a Camilo conocer y comprender su complejo origen, y de paso, aceptar su doble identidad: indígena y negro.


Ficha técnica

Título: Entre fuego y agua.
Directores: Viviana Gómez Echeverry y Anton Wenzel.
Año: 2022.
País: Colombia.
Reparto: Camilo Jojoa, taita Norberto Jojoa, Marta Lidia Coral, taita Camilo Rodríguez.
Duración: 92 minutos.

Fuente: https://www.proimagenescolombia.com/secciones/cine_colombiano/peliculas_colombianas/pelicula_plantilla.php?id_pelicula=2634